El crecimiento del comercio se ha ido debilitando en los últimos meses del año que acaba, el 2022, y el 2023 se prevé que arranque con similar tendencia. Así lo refleja el informe de Barómetro sobre el Comercio de Mercancías de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que se ha publicado a finales de noviembre, que apunta que la economía del mundo continúa enfrentándose a situaciones desfavorables.
El Barómetro sobre el Comercio de Mercancías es un indicador adelantado compuesto del comercio mundial que proporciona información en tiempo real sobre la trayectoria del comercio de mercancías en relación con las tendencias recientes.
El valor actual es de 96,2, inferior al valor de referencia del índice y al indicador anterior de 100,0. Esto es reflejo de un enfriamiento de la demanda de bienes objeto de comercio, derivado por varios shocks relacionados, incluida la guerra en Ucrania, los altos precios de la energía y el cambio monetario.
La desaceleración del Barómetro sobre el Comercio de Mercancías coincide con las previsiones de la OMC sobre el comercio del 5 de octubre, en las que se preveía un aumento del volumen del comercio mundial de mercancías del 3,5% en 2022 y del 1,0% en 2023, debido a las diversas perturbaciones antes señaladas.
No obstante, el comercio de mercancías registró un aumento interanual del 4,7% en el segundo trimestre, tras haber registrado un crecimiento del 4,8% en el primer trimestre. Para que se cumplan las previsiones, el comercio debería registrar un crecimiento interanual promedio de alrededor del 2,4% en el segundo semestre de 2022.
Sin embargo, se ha generado un enfriamiento de la confianza empresarial y una contracción de la demanda mundial de importaciones.
Así, los índices correspondientes al transporte marítimo de contenedores (99,3) y las materias primas (97,6) terminaron solo ligeramente por debajo de la tendencia, pero han perdido su impulso.
La principal excepción es el índice de productos de la industria del automóvil (103,8), que se situó por encima de la tendencia, debido a mayores ventas de vehículos en los Estados Unidos y al incremento de las exportaciones del Japón, a medida que mejoraban las condiciones de suministro y que el yen seguía depreciándose.